Qué bueno que el mundo esté repleto de noticias positivas. Imaginate que si siguiéramos la lógica del “no news, good news”, o “las malas noticias son las buenas noticias” (en clave periodística) tendríamos una imagen del mundo demasiado dolorosa.
Afortunadamente hay gente que trabaja por nosotros y merece su lugar en la circulación de la información, especialmente cuando contribuye a la construcción cool de la realidad.
Sino, mirá:
¿Te imaginabas que una empresa tan grande como Danone pudiera lograr entrar en una certificación que tiene como misión la de trabajar “por una economía donde el éxito se mida por el bienestar de las personas, de las sociedades y la naturaleza“?.
Yo era escéptico, pero sucedió.
Sucedió que Aguas Danone lo logró. Imagino también con un enorme esfuerzo por escribir informes y compromisos sobre cómo gestionar el bienestar de personas, sociedades y, claro, la naturaleza.
Supongamos que Aguas Danone tiene una preocupación por estas cosas, que logra que entre trabajadores, proveedores, stakeholders en general, nada parezca demasiado feo y todos puedan vivir dignamente de este negocio.
Supongamos que el Sistema B es fantástico, porque exigir ciertos comportamientos a las empresas para que no solamente se ocupen de su rentabilidad sino también de las comunidades asociadas y su bienestar es algo intrínsecamente bueno (y esto va en serio: cada vez más necesario e impostergable)
Luego de estos supuestos de buena voluntad y lejos de toda sospecha, hay una realidad incontrastable: Aguas Danone vende agua como un producto cualquiera del mercado.
El agua, a esta altura, ya tiene miles y miles de páginas dedicadas desde las más diversas disciplinas que han logrado consagrarla como un derecho humano básico.
Entonces es cuando la buena noticia se transforma en una pésima noticia. Cuando el derecho al agua se compara con un producto que compite en el mercado como cualquier otro. Cuando además es envasada en plástico sin que podamos tener opciones. Cuando, sospecho, la certificación es una decoración para la diferenciación marketinera.
¿Vamos en contra del Sistema B? De ninguna manera. En todo caso, es insuficiente. Que la declaración y los procesos de Aguas Danone “mejoren” algunos de los aspectos en los que se comprometió no quita que su core business sea malo en sí mismo. Y este es el problema de tantas otras certificaciones (por ejemplo la ISO 14000 para medioambiente o la 26000 de resposabilidad social empresaria)… no hay cuestionamiento sobre el negocio principal. Podríamos certificar fábricas de armas, y (si fuera legal, como única condición de legitimidad) la producción de metanfetaminas de Breaking Bad. Y como esto no parece aceptable, llegaríamos a la conclusión de que ese límite es muy arbitrario.
Recordé al Rey desnudo, aunque todavía cuál de los dos es.