Si un joven pasa aproximadamente 8 horas en Facebook ¿qué sentido tiene el gasto monumental para estar un minuto en TV? Estas y muchas otras preguntas típicas de los profesionales del posicionamiento dejarán de hacerse cuando todo el mundo pase semejante cantidad de horas frente a la Web y no expuestos a la TV.
La cuestión es cómo podrán resolver la tensión entre los dos modelos que claramente son opuestos: las marcas/empresas/instituciones/celebrities tienen sus intereses y quieren convencernos de algo, versus nuestras decisiones sobre la dieta informativa que diseñamos según nuestros propios intereses.
¿Por qué un periódico sería, a esta altura de los acontecimientos, más confiable y relevante? El rating ¿seguirá midiendo sobre una cantidad significativa de personas frente a la pantalla de TV? Los líderes mediáticos ¿conservarán algo de su liderazgo, algunos basados en confianza y otros en estereotipos?
Un político en campaña siempre es nuestro mejor amigo, y quien está más preocupado por nuestros problemas. Sin embargo con cierta perspectiva es imposible pensar que realmente esté pensando en nosotros, del mismo modo que la fórmula “para todos” sabemos que concretamente no incluye a todos. Tenemos frente a los medios tradicionales este contrato de tolerancia al engaño, hasta que terminamos creyendo que parte de ese engaño se convierte en realidad. Es el pasto de la idea de construcción de realidad a partir del discurso.
Como expresión de deseo, y bajo la idea de que efectivamente es posible construir realidad, prefiero nuestra libertad como diseñadores de ese discurso quitándole el poder de curación y filtrado a los medios tradicionales. Internet trajo esta oportunidad y esta lucha de poderes sobre el discurso. Ojalá sea sólo una cuestión de tiempo…. mientras tanto nuestro deber como internautas es no dejar que estos personajes contaminen las redes, y buscar el sincericidio de personajes tan sensibles a la vida pública como los políticos.
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