¿Por qué debiera asombrar que la potencia mundial pregunte sobre la salud mental de un presidente argentino? ¿Por qué las aventuras de Berlusconi son tan “escandalosas” en Wikileaks cuando son vox populi? ¿Por qué habría que hacerle caso a un sitio cuya producción de contenidos en anónima?
¿Wikileaks es creíble, entonces?
Sí, definitivamente. Y el “escándalo” no está en el contenido sino en que nuevamente la producción de contenido, información o como-se-llame se produce en forma colaborativa, por anónimos, y aún así es creíble. ¿No es esto parte de la ética hacker? ¿No se trata, en definitiva, de hackear a ese periodismo del que todo el mundo desconfía? ¿No es una revalidación de la construcción colectiva de información?
El caso Wikileaks es otro de los emergentes maravillosos de la Web, otra muestra de que estamos en presencia de un espacio público que no tolera la arrogancia ni la hipocresía, donde ni siquiera la publicidad es bien vista.
La confianza en la información que allí se publica es uno de los topics más importantes, pero no se piensa mucho en que un medio de comunicación tradicional tiene procesos de producción de información que no aseguran absolutamente al lector. Es pura subjetividad.
El otro punto crítico es el de la filtración misma, y esa es la actitud hacker. Si Greenpeace hackea ciertas prácticas industriales, ¿por qué habría que creer que un Estado no puede ser tocado?. Un Estado puede ser tocado y los movimientos de las redes exigen cada vez más que así sea.
Celebro Wikileaks y lo que está pasando, aunque Hillary se sienta insegura.
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