Entre las decenas de aviones que cruzan el Atlántico diariamente, uno cayó. Estadísticamente seguirá siendo el medio de transporte con menor índice de accidentes, pero para las familias de los pasajeros lo que se cuentan son vidas. La noticia está en boca de todos, y en la conversación surgen los prejuicios, los miedos, las fobias, las creencias, … Disfruto viajar en avión, aún pensando que estar a 10 kilómetros de altura sobre el océano da pocas posibilidades de salida cuando aparece un problema serio. Volar debería reconocerse como un logro admirable.
Hay varios momentos tremendos en este caso. Caída a velocidades increíbles (diez mil metros en cuatro minutos, se cree), desde un artefacto diseñado para poder planear. No recibir señales del artefacto. Esperar un tiempo prudencial. Y finalmente la búsqueda. En ninguno hay consuelo. La búsqueda, además, es prolongada. Recién una semana después se están encontrando cuerpos y trozos del avión. Ni noticias de las cajas negras.
Airbus limpia su website con un link de crisis, Air France también. Mientras se espera un peritaje razonable surgen las fantasías de LOST, enormes tormentas, congelamientos, atentados, velocidades no adecuadas, OVNIs, fallas estructurales, errores humanos, todas las hipótesis y comparaciones con otros casos son las únicas explicaciones ante la imposibilidad de dar explicaciones. Y entre las explicaciones surgen algunas creencias acerca de la tecnología.
Me impresionó mucho durante estos días hablar con personas que daban por hecho muchas cosas que creen que suceden en cada uno de los aviones que vuelan en el mundo. Algunas piensan que existe todo tipo de tecnologías inteligentes para el control de aeronaves local y remotamente, para la ubicación inmediata, para anular problemas durante el vuelo, y de hecho es así, aunque (evidentemente) sin tanta capacidad de previsión o determinación… Otras en cambio se asombran viendo que todo eso existe, que hay sistemas redundantes, o que los diseños tecnológicos son verdaderamente complejos.
Estas actitudes de sentirse seguro bajo el ala de la tecnología por un lado, o creer que no tiene mucho que ver con la mayoría de nuestras actividades, habla de una enorme falta/falla de cultura tecnológica, en una época marcada por ella. Ese espacio es ocupado por creencias que por exceso o por defecto ponen a la tecnología en un lugar equivocado. Entre subir a un avión y entrar a un quirófano no hay mucha diferencia: estamos en manos de la pericia de alguien en quien depositamos confianza, que toma decisiones, con algún criterio y que creemos que tiene suficiente habilidad para trabajar con instrumentos y artefactos complejos.
Ojalá que el dolor de las pérdidas pueda ser lo más amablemente soportado por los deudos.
Muy buena reflexión.
sls!
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Gracias @vanis
La aeronáutica es una de las cosas más misteriosas para mucha gente. La cuestión de la educación en tecnología es fundamental, hoy, paradógicamente, hay visiones mágicas y mitológicas sobre ella.