Un post sin mayores comentarios más que el haberme quedado con muchas ganas de ir a ver el espectáculo en Buenos Aires de Laurie Anderson. Es una artista de las que entran en la categoría “multimedia”, o al menos “multimedia escénica” como me gusta llamarlo a mí, y que conocí por primera vez a través de su obra BigScience, hoy en re-edición. Homeland es una batería de preguntas sobre la política de los Estados Unidos, cosa que ya ha hecho antes, y no parece ser muy original desde la perspectiva de tantos otros que critican la forma en la que Estados Unidos participa de ellas. Donde Laurie Anderson es realmente original es en ser única desde el punto de vista artístico, por su diversidad y también por el tipo de expresión, en contraste con su pareja Lou Reed. No tener tan en cuenta al pop y sobre el que logra trascender sin permitir a quienes alguna vez participamos de sus obras (en sentido amplio, nunca trabajé con Laurie) dejar de emitir opinión. La diferenciación entre el artista tal como en ella sobrevive, y aquello que habita a los medios masivos, es tajante. En una entrevista publicada por La Nación mencionó algo sobre lo que no podría estar tan de acuerdo: “lo único que no me gustan son los musicales de Broadway”, y coincido plenamente.
Repensando la Patria
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