Suelo discutir la cuestión de la lectura con gente de letras y de filosofía. Por el placer de una buena discusión mantengo la posición extrema del deseo de “ver y comprender“… si todo fuera de ese modo, no sería necesaria la lectura. Pero el mundo y nuestra capacidad hace que todo sea bien diferente.
Todos leemos, aún sin quererlo, pero se van dejando de lado noche a noche las obras literarias con las que nos criamos: novelas, cuentos, poemas, son cosas que nos exigen imaginación y dedicación a cada una de las palabras, y también relecturas para la admiración o el placer. El punto es que para aquellos que nos acercamos poco a estas obras, la cuestión de la lectura abre un nuevo análisis. No es lo mismo leer Shakespeare que matemática o los fundamentos de la mecánica cuántica. Y mucho menos aún si se trata de publicaciones hipertextuales y electrónicas. Y de este tipo de lecturas hago por toneladas.
A través de SegundoPlano llegué a un estudio de Nielsen que me resultó muy interesante. ¿Qué posibilidades hay de disfrutar la lectura, de leer ficción, de desmenuzar un cuento o ser atrapado por una novela si no estamos dispuestos a darle la atención a cada palabra?. Nielsen dice que en un sitio web se lee como máximo el 28% de las palabras en una visita promedio, y que por lo general está en un 20%.
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