El tiempo terminó siendo aquello que constituye en última instancia a las tecnologías. En lo íntimo de los procesos si no hay tiempo, no hay transcurrir, no hay verificación del cambio. Si no se verifica el cambio, no hay transformación, no hay proceso. Pensándolo hacia una dirección y hacia su contraria, es el tiempo.
El tiempo fue durante algún tiempo un recurso como cualquier otro, una dimensión más al mismo nivel que el espacio, una forma de justificación de la eternidad. Es lo que compartimos con las cosas. Si las transformaciones ocurren en el mismo tiempo en el que nosotros se lo solicitamos, estamos en “tiempo real”.
Todos los objetos tienen una porción temporal (lo que llamo forma temporal, tema en que estoy trabajando mucho), porque fueron fabricados, pero también porque serán usados. Y en la respuesta a solicitud del uso está su servicio. La forma en la que se resuelve la respuesta según la solicitud es un proceso. La pregunta es: ¿cómo es ese proceso cuando se habla de un software? ¿cómo cambia si se habla de un automóvil? ¿y si se trata de un escritorio?