En solo 24 horas un colega festeja la llegada de una nieta, y mis hijos pierden a un abuelo. Imposible no reflexionar sobre lo inapelable que tiene la vida.
Hay relaciones objetivas que describen la diferencia generacional entre nietos y abuelos. También hay aspectos subjetivos y experiencias personales intransferibles en cada una de las personas dentro de esa estructura objetiva. Intersubjetivamente se comparte algún imaginario que valora rasgos más o menos generales de esta relación.
El plano intersubjetivo es fundamental, porque contribuye a la interpretación de los aspectos objetivos y eventualmente influye en los mandatos que dirigen en parte las experiencias subjetivas. Es el conector de dos planos que para muchos es irreconciliable: la realidad tal como es (con el problema filosófico que esto tiene), y la realidad como la vivencia de una persona.
Con pocas horas de diferencia respecto al nacimiento de la nieta y la muerte del abuelo, en la vida política argentina se realizó una marcha en una fecha patria, con una convocatoria considerable, y que fue objeto ineludible de la interpretación política y el tratamiento de los medios.
Los instrumentos de defensa y ataque político volvieron a relucir con toda su fuerza, apuntando en todos los casos hacia el plano intersubjetivo. Recordemos que la publicidad que no opera sobre el contenido de nuestro imaginario no tiene ningún efecto. Por eso las controversias políticas deben operar en el mismo lugar, de otro modo no habría posibilidades de “encolumnar” militantes detrás de alguna idea. El marco interpretativo de la realidad mediada por un imaginario militante deriva en una caracterización monótona de las cosas, a la vez que diseña las experiencias subjetivas supuestamente valiosas.
Si la intersubjetividad se produce en forma horizontal el imaginario es auténtico, y se transforma en una construcción social en su sentido más puro. Pero si el imaginario es conquistado, el conquistador diseña nuestras experiencias, y la forma de ver la realidad. Todas mis experiencias con militantes muestran esto. Cualquier militante: veganos, globos amarillos, o frentes electoralmente exitosos.
El imaginario es el espacio del ataque y de la defensa política. La marcha mostró un imaginario en construcción, quejas diversas, personas muy distintas (autos de alta gama y autos viejos), situaciones no homogéneas (jubilados, jóvenes, republicanos, justicieros), ubicaciones diferentes (barrios caros, barrios medios, ciudades y pueblos disímiles).
Frente a esto, los medios no oficialistas preguntan permanentemente por la capitalización política de este imaginario todavía endeble. Los oficialistas lo etiquetan rápidamente como un espacio homogéneo, digamos, especular, como el de ellos, creando un “otro” ideológico homogéneo. Esta homogeneidad no existe, pero es necesaria para la interpretación militante.
El imaginario en construcción que motivó la marcha tiene en su base múltiples experiencias personales en una realidad incontrastable que puede verificarse fácilmente en datos, y en hechos concretos que transitaron en sus vidas, en muchos casos con pérdidas irreparables, o tirando por la borda esfuerzos de toda una vida. No es extraño que resurja con fuerza la fantasía de abandonar el país, es otra expresión del mismo fenómeno.
El ataque político hacia los hechos concretos de la vida de muchas personas, como la negación de las experiencias personales, recuerda épocas de cadenas nacionales que eran la vía para el Insulto de Estado. No importa demasiado el contenido, porque la comunicación política interesada encontrará los memes convenientes en cada caso. Importa, sí, advertir que construir un imaginario no colonizado es parte del ejercicio de nuestra libertad, y que se trata de un camino más valioso que el desprecio hacia esta acción operada en medios y redes.
Mientras se operan estos ataques, es necesario apelar a la calma, porque nadie puede negar nuestra experiencia, como tampoco la realidad de una muerte, ni la de un nacimiento.