Todos escuchamos hablar de innovación. Las empresas buscan innovar. Existe la innovación abierta, la innovación social, la innovación en productos y procesos; más y más innovación. La innovación tiene como característica principal la novedad: algo que no existía comienza a existir, y esto puede advertirse en grandes novedades o en pequeños cambios a veces imperceptibles.
La innovación es un mantra de la industria, o más bien de todas las industrias, incluyendo aquellas que poco tienen que ver con lo que usualmente asociamos con las tecnológicas. Entonces encontramos la idea de innovación asociada a cambios de packaging, de layouts de locales comerciales o poner café en cápsulas descartables.
La repetición del mantra innovador se basa en el cambio, suponiendo que el cambio es bueno en sí mismo. Ese cambio mirado a lo largo del tiempo genera discursos sobre evolución o progreso tecnológico, como si el sentido cambio fuera algo “natural” dentro del desarrollo tecnológico siempre tendiendo a alguna mejora.
Los que somos críticos de esta idea de progreso tecnológico intentamos mostrar que para concluir que algo progresa es necesario contar con una idea previa sobre el sentido del desarrollo tecnológico, dado que si no podemos identificar el sentido no podremos juzgar si progresa o no. Si progresa, es porque hay un sentido, un camino “deseable”, una línea a seguir, sin la cual no sería posible identificar instancias de progreso. Sin embargo, se asume que hay un progreso independientemente de la pregunta por su sentido.
En este punto hay una diferencia entre el estudio del pasado tecnológico y las posibilidades del futuro tecnológico. Estudiar la historia de la técnica es estudiar en base a evidencias de algo que ya pasó y por lo tanto según la documentación que tengamos podremos explicar e interpretar cómo ha sido el camino del desarrollo que nos trajo hasta aquí. Hay distintas versiones, distintas interpretaciones, según el tipo de análisis y según la disciplina desde la que observemos. El marco interpretativo juega un papel fundamental y discuten entre estructuralistas, constructivistas y las conclusiones de antropólogos, sociólogos, psicólogos e ingenieros suelen ser muy diferentes. Aun así, se trata de la interpretación de hechos que ya sucedieron. Los “linajes tecnológicos” se pueden aplastar hasta imaginar una evolución lineal, o entender que cada contexto permitió la emergencia de ciertas tecnologías y que el camino nunca fue lineal.
Teniendo tantos antecedentes y estudios, cuando hablamos de las posibilidades de futuro no deberíamos entregarnos a esta idea de que todo seguirá de modo “natural” como critica la Silicolonización de Sadín, o como ensalzan los gurúes de la profecía autocumplida de Singularity. Más bien deberíamos plantearnos qué rol tenemos en definir lo deseable, sabiendo perfectamente que no existe ninguna evolución natural del desarrollo tecnológico.
La innovación, especialmente su aspecto novedoso, a veces se filtra bajo la idea de la “inspiración” palabra clave de las famosas charlas TED (que hoy a través de esa especie de franquicia TEDx inunda con videos que cada vez son menos relevantes) Otras veces los portales de actualidad (ya no se si llamarlos periódicos, o cómo) anuncian promesas extrañas, cuando no engañosas (salvando a los buenos divulgadores) Cada tanto entrevistas a supuestos divulgadores tecnológicos posicionados como la palabra con autoridad sobre nuestro entorno techie (la calidad intelectual no tiene mucho que ver con la convocatoria usualmente apalancada por el marketing) y que establecen parte de la agenda pública sobre las charlas de ascensor desentendidas de cientos de investigadores que trabajan responsablemente sobre esto hace muchos años.
Hoy la innovación es nada. O todo. Destruimos el sentido de las palabras por conveniencias particulares. Es una pena. Así la idea de innovación es poner un sensor para dispensar papel en un baño, crear una estrategia de marketing, o decir algo políticamente incorrecto en una publicidad. Y seguimos repitiendo que hay que innovar para crecer/ganar/posicionarse…
Basta de innovación
Los estudios responsables sobre innovación que explican los caminos del desarrollo tecnológico son muy valiosos. Se trata de entender cómo algo (que es un atributo y no un objeto) pudo ser clave en cambiar caminos de desarrollo tecnológico. Pero lo que hacemos es desarrollo tecnológico, no innovación. Luego podremos discutir si algo es innovador o no (ojalá fuera en términos académicos y no marketineros) Hacer tecnología siempre es, de algún modo, hacer algo en alguna medida nuevo. La confusión proviene del objetivo de hacer algo nuevo y desarrollar para que pueda considerarse como algo novedoso. ¿Qué ocurre cuando lo que queremos resolver no requiere de una novedad? ¿la forzamos? Si, forzamos la novedad.
Forzar la novedad es otra forma de desenfocar a los tecnólogos de su actividad (a los de verdad, no a los mediáticos que se autodefinen como tales usurpando un título) Es poner la rentabilidad por sobre la actividad. Y esto significa dominar la vocación técnica.
Seguir en el camino de buscar un atributo que no tiene valor fuera de su contexto y del problema concreto es una forma de sacralizar un concepto que no solo es discutido en el mundo académico sino que tampoco es claro en la opinión pública. No importa nada si las tecnologías que vienen son innovadoras, o no. Importa que tengan atributos asociados a hacer mejores tecnologías en función de valores que no tienen que ver con la novedad sino con nuestra futura relación con ellas. Por eso las tecnologías entrañables son un marco de atributos que posibilitan crear tecnologías que hagan más honesta la relación entre los actores que las producen y los que cambian sus vidas en función de ellas.
La innovación no es un sentido. La innovación en sí misma es un sinsentido, especialmente la innovación innecesaria ¿Cuándo y dónde vamos a discutir esto?