Podremos ser superhumanos, pero no entrañables

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Interfaces Are Killing Us: It’s Time Technology Gets Out of the Way” es un artículo de Singularity Hub que diferencia entre tener superpoderes y ser superhumanos. Se trata del espacio de contenidos de Singularity University (SU), un think tank de Silicon Valley fundado por Peter Diamandis y Ray Kurzweil y funciona en NASA Research Park de California.

SU se hizo muy famosa, e influyente, por integrar en programas formativos una buena síntesis de los valores y visión de Silicon Valley. Muchos “gurúes tecnológicos” también la utilizan como “ultima ratio” para justificar sus conferencias y charlas. La potencia de la influencia de SU y las charlas TED ha logrado que buena parte de lo que incorporamos como descripción y análisis sobre la tecnología tenga su forma, su modo de juzgar, y a veces hasta su optimismo desmedido.

En este contexto de “discursos prestados” muchas veces estadísticos (es decir: cero explicativos) solemos potenciar aun más esa sorpresa a la que estamos acostumbrados cuando ocurren nuevos lanzamientos de productos y apps, o las distintas promesas de una vida mejor e incluso extensible hasta que decidamos morir. Aclaro para que se entienda: me sorprendo, especulo sobre los anuncios y descubrimientos, y me entusiasmo… pero no pierdo de vista que un optimismo exagerado quita muchas posibilidades de entender y analizar hacia dónde van las tecnologías, y el modo en que se desarrollan.

El artículo es muy interesante, incluso por una vía similar refuerza la tesis de Nicholas Carr, y utilizando la figura popular de los “superhombres” (como Superman) buscar diferenciar los poderes que tenemos utilizando dispositivos del hecho de que seamos superpoderosos.

Uno de los puntos clave del artículo son las interfaces. Y no podría estar más de acuerdo. Las interfaces operan sobre nuestras posibilidades cognitivas, nuestros modelos mentales y las distintas memorias que utilizamos reconfigurando todo hacia las operaciones sobre ellas, y luego al logro de que las tecnologías funcionen.

Si hacemos un ejercicio poco preciso, podemos decir que las interfaces hasta los 80s implicaban esfuerzos por comprender los mecanismos de operación de las máquinas (informáticas o no). A partir de lo 80s el lenguaje visual y el lenguaje natural que pudieron representarse en las pantallas (en parte por la capacidad de procesamiento en aumento) permitieron el diseño de interfaces más complejas sobre modelos funcionales basados en metáforas. No importa ahora el detalle, pero ese espacio de comunicación que son las interfaces ha disparado miles de estudios, libros, conferencias, y se ha convertido en un campo de estudio y desarrollo en sí mismo.

Cuando pensamos en Tecnologías Entrañables, las interfaces son un componente complejo y revelador de algunos fenómenos. Tanto en mi tesis como en el libro “Tecnologías Entrañables” se asocian al fenómeno de “desvinculación representacional” entre diseñadores y usuarios. En resumen se trata de las representaciones sociales que tenemos sobre las tecnologías y lo que las tecnologías realmente son. La representaciones sociales son construidas, y también influenciadas interesadamente; es uno de los puntos más sensibles de quiebre en la relación entre diseñadores y usuarios, especialmente porque se ponen en juego las intenciones y valores que intervienen en los diseños.

En una tecnología existen mecanismos para que se produzca la función técnica, mecanismos de operación y cada vez más interfaces que permiten que podamos operarlas en muchos casos casi intuitivamente. Esta la cadena de componentes entrelazados aleja nuestras construcciones mentales y sociales sobre las interfaces del resto de los componentes. Y esto es deseable en términos de confort, pero no es deseable desde el punto de vista de que muchas veces se vuelven impenetrables y opacas; no podemos en la mayoría de los casos explorarlas. De allí que las tecnologías entrañables busquen la docilidad y apertura de las tecnologías.

Medich, autora del artículo de Singularity Hub, propone que las interfaces como las conocemos deberían desaparecer. En mi libre interpretación, sería impulsar otra revolución de la escala de la que ocurrió en los 80s… nuevas interfaces que cambien completamente el modo en que nos relacionamos con las tecnologías.

La diferencia es que ella propone que estas nuevas interfaces impliquen que ni siquiera sepamos que existen… y que en un mundo inundado de tecnologías podamos realmente volvernos “superhumanos” al estilo Superman: para volar simplemente saltamos y volamos.

Dado que Silicon Valley influye en muchos desarrollos, esta idea es preocupante, porque profundizaría el desacople entre el diseño de la tecnología y los usuarios. Si hoy nuestras ideas sobre las tecnologías son erróneas, la solución de Medich las invisibilizaría por completo. Esto implica que sin darnos cuenta estaríamos utilizando miles de tecnologías que ni siquiera sabemos que existen… perdemos toda conciencia de que están allí, pero lo peor es que cada vez estamos más lejos de poder juzgar a quiénes hacen estas tecnologías y los valores involucrados en ellas.

Muchos trabajamos voluntariamente para que aquello que cambia nuestra forma de vida pueda ser legitimado, y esta perspectiva va hacia el lado opuesto.